“Nadie me reina amigo
ni la muerte con su cortejo de gusanos
me poblarán más no reinarán…
estallarán en sus fauces
Me aparentaré a Prometeo un instante
cargando las pesadas cadenas de este siglo.”
Francisco Arévalo
Francisco
Arévalo
(Venezuela, 1959)
Francisco
Arévalo. Nació en San Félix, Edo. Bolívar, Venezuela (1959). Poeta y narrador.
Ha publicado las novelas: la
Esquizofrenia de las golondrinas (2000); Adiós Matanzas en
invierno (2000); Tropiezos en el campanario (2008); Háblame, háblame Iolanda
(2015). El libro de relatos Santa Tragedia santa nostalgia para matarte en tres
asaltos (2001). En poesía: Brote (1989); Nadie me reina en estos parajes de
hormigón (1993); Sur(1995); Alcoholes de la otra iglesia (1996); Libro de las
piedras (1999); Todo es círculo (poesía escogida,2000) Algo más que baladas
agridulces (2001); Agrio de colmena (2001); Razones de noctívago( poesía
reunida, 1989-2005); Adiós en Madrid (2009); Más sobre el río (2012) y Herida o
la claridad del deseo (2013), Cerodosochoseis (2014), ambos en nuestro sello
editorial.
Ha recibido importantes distinciones. En
narrativa Bienal Augusto Padrón; Bienal Eduardo Sifontes; Fundarte; Premio
Alarico Gómez. En poesía Bienal José Eugenio Sánchez Negrón; Bienal Alejandro
Natera; Bienal Sergio Medina; Universidad Santa María; Bienal Tomas Alfaro
Calatrava; Premio de poesía Ciudad de Cumaná.
Herida
o
la claridad del Deseo
(2013)
3
Es tu enjambre
Lo llevas deliciosamente en el ritmo
La miel que mueve salvaje lucidez animal
Imponente
Deliciosa
Despiertas con tu gracia virgen de iglesia
Y llegas a la soberbia
A la
angustia
Torciéndole el cuello
Sintiéndote libre
Gozándonos airados
Hasta los filos de nuestras desdichas
Y no reparamos
En sacar de este reino de latas vacías
Y humos extraños
Los capullos que nos hacen extraños
Lo que nos deja hacernos con la debida paz.
4
Descubrimos que el día era nuestro arcoíris
La salvación ante tanto aburrimiento
Nuestro milagro
El lenguaje confidencial,
hondo,
nos agotaba
El no voltear la página donde escribía mis arribos
Constantes,
diminutos estallidos en movimiento perfecto
con el blanco aspirina de tus piernas
Quebramos distancias llegando al toque de agua tibia
Mi ignorancia de un mundo de mujer
Que camina ardiente otras pieles
Las campanas de una ciudad que atemoriza
Nunca acabó con nuestro silencio,
ni intranquilizó nuestro retorno
La juntura de nuestra carne que quedó suspendida
En espera.
13
Nos habíamos propuesto abandonar la intemperie
Los seres que llevábamos a oscura como movimiento
La tarea era fundirnos lentamente en uno solo
A una gota espesa atar nuestras miradas
Cuántas veces nos destrozamos
Para después retomarnos fatigados
Nos esperábamos pacientes
El techo, con su amarilla resignación
Deletreando en tu vientre lo que nos quemaba
Mi músculo que bajaba hasta tu raíz
Hasta el gusto que te dolía.
16
Yo, ése cazador encallado en tu signo de interrogación
Tu hoguera vegetal que sangraba para después darme
vida
Y nos parecía que se nos agachaba la noche
Arraigados, curados
Bañándonos en las aguas de la bahía del mito
Los bordes del precipicio
Y es que ya no nos guardábamos secretos.
20
Era mi tacto detrás de tu brillo
La hondura de un silencio
Que doblaba las sombras de lo cotidiano
Nuestro ritual
Nuestra juntura
Que nos hinchaba pasando de lo incoloro y gastado
A lo creativo que tapa el mundo con una migaja de
encanto
Mi lanza sin razonar en tus ruidos
La puntería que daba en lo justo de tu espera.
25
Estábamos al tanto que nuestras
heridas
Se acercaban con lo claridad del
deseo
Te malcriaba para que te mostrases
oferente, reluciente
Fugitiva del miedo convertido en
soberbia
Te amaba con tu sagrada astucia de
mujer
Con lo quebradizo del día y tu
habilidad para la entrega
Viéndote desde las esquinas tratar
a los demás como crustáceos
Levantando mi orgullo, el terreno
poseído
No sé cuando empecé a extrañar tu
profundo origen de alga marina
El surco, el movimiento de tu arcoíris.
44
Ser amada es una ecuación
Resta toda aparente ausencia
Le da forma a decir que se existe
Ser amada es un camino ocupado
Donde se espera y perturban las preguntas.
54
Siempre fuiste y serás una incógnita sostenida
Soy el espacio cerrado, la puerta entreabierta
El que te penetra sentada
Te quita las insignificancias
Los diminutos eufemismos
Por qué no ratificar que las tormentas terminan
Con la finalidad única de empezar otras.
Brote
(1989)
I
Me confundo entre la arena
de estos caminos lunares
Tu cara
visitada por los rayos
El coro de mis compañeros
alaridos de perros
Chopin acaricia sus teclas
al pie de tu oído
Inventario
de 11 A 12
11: 35
Las líneas que se unen
de tu triángulo
se me pierden
en tu selva
Siempre
Áspero
(1993)
XVIII
Esta tiniebla siempre suya
Bach derrumba este rayo objeto
Me tranzo torbellino.
Nadie
Me Reina
en
estos Parajes de Hormigón
(1993)
III
No importa que nos cuelguen
la algarabía al lóbulo del oído
estamos
inhabitados.
V
Nadie me reina en estos parajes de hormigón
Zombies olorosos a fierros
metal relumbrante entre tréboles sólidos y espectrales
El correr se hace rutina
Los fantasmas quejumbrosos no me alcanzan
Estoy en el limbo de tus tragos y tus mujeres ebrias
amigo
que se hunden en el huracán de sus carcajadas
Nadie me reina amigo
ni la muerte con su cortejo de gusanos
me poblarán más no reinarán
Se atragantarán hasta mi última molécula
Estos globos con que detallo el mundo de alaridos y
harapos
estallarán en sus fauces
Me aparentaré a Prometeo un instante
cargando las pesadas cadenas de este siglo.
Portada
 |
| Herida o la Claridad del Deseo Autor: Francisco Arévalo. |
0 comentarios:
Speak up your mind
Tell us what you're thinking... !